lunes, 10 de marzo de 2014

Lunes, 10 de marzo

Tragedias y pasiones: El Duque de Rivas 

Por Jorge y José Manuel

 “Del hogar la estancia toda 
Falsa luz recibe apenas
                                          Por las azuladas llamas 
De una lumbre casi muerta.” 

        Tal día como hoy, un 10 de Marzo de 1791, nacía en Córdoba Ángel de Saavedra, conocido como el Duque de Rivas. Fue un escritor, dramaturgo, poeta, pintor y político que participó en el golpe de Estado de Riego y llegó a ser presidente del gobierno durante dos días. Su aportación a la Literatura Castellana es bien conocida por ser ésta clave para el Romanticismo español.

         Entre sus numerosas obras hay una que sobresale de entre todas ellas: Don Álvaro o la fuerza del sino (1835), composición dramática de notable influencia y éxito. 

         El argumento de la obra gira en torno al trágico romance entre Álvaro, rico y misterioso indiano, y doña Leonor, una joven aristócrata. El padre de la joven, el Marqués de Calatrava, no aprueba la relación. Los dos amantes planean huir, pero son sorprendidos por el Marqués. En medio de una disputa, Álvaro da muerte al aristócrata accidentalmente. A pesar de ser este incidente causa de la mala fortuna, los dos hermanos de Leonor pretenden vengar a su padre acabando con la vida de los enamorados y éstos huyen. Hallándose culpable del suceso, Leonor se aparta de Álvaro y se recluye cerca de un convento, pensando él que su amada ha muerto. Tiempo después, en Italia, don Álvaro y Carlos, hermano de Leonor, se conocen, pero sin saber quiénes son en realidad. Al descubrirlo, se enfrentan en un duelo a muerte en el que Carlos perece. Siendo ya responsable de dos trágicas muertes, el protagonista decide refugiarse en un convento como penitencia por cuatro años. Alfonso, el otro hermano, planea aún su venganza y, tras mucho indagar, descubre el paradero de don Álvaro y los dos se enfrentan, una vez más, con desenlace mortal para el primero. Estando en medio de la lucha, son sorprendidos por Leonor, que se encontraba recluida cerca y, al ver a su hermano moribundo, se suicida. Sintiéndose el causante de tanta desgracia, don Álvaro se precipita por un barranco clamando al cielo: "Soy un enviado del infierno, soy un demonio exterminador" 

        Toda su aportación literaria es un ejemplo manifiesto de los tópicos románticos, tales como el amor trágico, el destino funesto e irremediable y la lucha constante por un amor prohibido.