domingo, 5 de junio de 2016

La esencia bajo los focos

Por Andrea Estrella Arias Díaz

    El pasado 18 de abril conocí a Lorca en un sueño.  Fue muy íntimo, yo creo que le dio miedo. ¿Quién se abriría de esa forma ante el mundo, mostrando lo más escondido y sin miedo bajo su piel? El teatro fue reinventado. El sueño, trasladado a escena y la esencia más escondida apareció bajo los focos, estando yo allí. Solemos buscar los porqués, olvidándonos de sentir. Los actores me envolvieron en el fluir de los acontecimientos. Las voces manaron suaves, los cuerpos respondieron a unas almas llenas de teatro y un escalofrío subió vértebra a vértebra por mi espalda. 

    ¿Quién soy yo en realidad? ¿Qué encontraré al sacar las máscaras? Helena, los caballos, el pez luna... ¿Qué escondo? Lorca, pluma en mano, plasmó, sin separarla del papel, sus ideas más verdes para que se pudiese observar dentro de él. ¡Qué atrevimiento! Y la gente leyó, por supuesto que lo hizo. Y lo sintieron tan cerca, que así nos lo querían mostrar: con las gradas en el mismo escenario, con El Público dentro.

    Realmente fue algo novedoso. Provocó la sensación de acercamiento que creo que esperaban. Las cabezas volaron sin moverse del sitio. Las preocupaciones y la pasión del escritor arrastraron. Pudimos ver el verdadero circo romano: la lucha interna de un solo gladiador.  Cuántas veces nos sentimos partidos y cuántas no sabemos a qué parte inclinarnos. Lo mismo que nos empuja también nos retiene.

    Me pareció una forma muy pura de conocer a alguien: una presentación diferente, abierta y desconcertante. No niego la extraña sensación que me acompañó en el momento post espectáculo. El sabor se me quedó en la boca y la impresión, pegada en el cuerpo. Quiero felicitar a la directora, al reparto completo y a toda la gente que no se ve en la escena por traer al mundo de los sueños y meternos en él con los ojos abiertos.