jueves, 21 de marzo de 2019

Y llegaron más

Puesto que las almas no son hombres ni mujeres, ¿qué razón hay para que ellos sean sabios y nosotras no podamos serlo?
María de Zayas

Hoy nos visitaron María de Francia, Santa Teresa de Jesús y María de Zayas. Tres grandes mujeres. María de Francia es una poeta francesa prácticamente desconocida. Llegó del siglo XII. Se sabe muy poco de ella, pese a ser considerada la iniciadora de la escritura narrativa femenina. Se la conoce por los lais, que son poemas narrativos que tratan el amor y la aventura donde lo maravilloso se une a un mundo cortés y aristocrático. 

En cuanto a Santa Teresa de Jesús, ¿quién no la conoce? No es que se le dedique mucho espacio en los libros de texto, pero, al menos, se la menciona. Quería a sus monjas despiertas y valientes, que miraran a los ojos a obispos, curas y otros personajes vestidos de negro. Además, las quería leídas y viajeras. Los inquisidores la tenían muy vigilada. No confiaban en una mujer que leyera mucho. Tenía contacto directo con el cielo, pero mantenía los pies en la tierra. En fin, una mujer segura de sí misma moviéndose en un mundo gobernado por los hombres. Le podemos asignar el término "feminista" porque empujaba a sus compañeras a que no se arrugasen.

María de Zayas es el ejemplo de mujer silenciada por su osadía.  Se atrevió a defender la dignidad femenina asegurando que el alma no era ni hombre ni mujer. Señalaba que las mujeres no eran cultas no por falta de capacidades intelectuales sino por falta de oportunidades. Coetánea de los grandes del Siglo de Oro, a ella se la mantiene, aún hoy, enterrada y soterrada. De nada le valió la admiración y el elogio de Lope de Vega.

 
De izquierda a derecha: María de Francia (Aya), Santa Teresa (Ainhoa) y María de Zayas (María)