Amar pelos dois
Eu sei que nâo se ama sozinho
Ver el Festival de la Canción de Eurovisión no se encuentra entre mis preciadas aficiones. No llevo bien las incoherencias. Se supone que un concurso de estas características debería albergar la esencia de cada país; sin embargo, ni la lengua propia constituye una exigencia entre las reglas del certamen. Darío Villanueva, director de la RAE y hombre de irreprochable congruencia, tachó de "papanatismo" la actitud de España de enviar un tema en inglés. Pues bien, en ilación con su denuncia, este año hemos recibido "un zas en toda la boca". Se ha premiado la autenticidad. Y esto ha hecho que me haya reconciliado con el Festival. Salvador Sobral es la expresión viva de lo que, a menudo, olvidamos: la expresión de la identidad. Ha renunciado al espectáculo, a las luces y colores, a la estridencia. Su actuación ha sido un alegato de su propia esencia, una revelación de sí mismo a través de la música (jazz, pop, bossa nova, fado), de su patria y de su lengua. Vierte las palabras saboreándolas una a una con ternura, pasión y respeto. "Sozinho, devagarinho, paixâo, coraçâo.." Un alarde de orgullo por lo propio . Sin aspavientos. Sin complejos. A ver si aprendemos.