Siempre Machado
"Estos días azules y este sol de la infancia"
Estas palabras fueron las últimas de Machado halladas, pocos días
después de su muerte, en un pequeño trozo de papel arrugado olvidado en
el fondo del bolsillo de su gabán. La nostalgia del pasado, constante en
su poesía, fue también su despedida. No podemos imaginar el desgarro
emocional del destierro y del abandono obligado de su patria, aquella
que provocaba un sentimiento tan ambivalente y encontrado de indignación
y amor profundo. Fue Colliure, un pueblecito de la costa francesa,
pesquero y luminoso, quien lo acogió. Pauline Quintana, dueña del hotel
Bougnol-Quintana, alojó al poeta, a su madre Ana y a su hermano José y
se desvivió para que se sintiesen como en casa. Su desvelo fue
reconocido por Machado quien le confió una cajita de madera: "Es tierra de España. Si muero en este pueblo, quiero que me entierren con ella".
Apenas un mes sobrevivió el poeta. Una afección pulmonar crónica
provocada por su inveterado hábito de fumar, junto al cansancio, miseria, miedo en esa marcha interminable hacia el exilio se
apuntan como causa de su muerte el 22 de febrero de 1939. Sin embargo, todos sabemos que Machado
se murió de pena.
Estos días se rinden numerosos homenajes al poeta, incluso se
plantean trasladar sus cenizas de Colliure. Lo cierto es que no importa el lugar donde se alojen sus restos, porque, una vez que has leído al poeta,
una vez que has conocido al hombre, su esencia reside en ti.